Viajar solo. Esta era la premisa de lo que me esperaba este verano. “Tienes que aprovechar esta oportunidad” – me decía Laura. Todo comenzó a finales de Julio de hace tres años. Tuve la suerte de recibir una beca MEC para pasar tres semanas y estudiar inglés en el extranjero. El destino que había elegido era Londres, ya que yo aún no había ido y me hacía mucha ilusión. Todo fue muy rápido, en cuestión de poco más de una semana de saber que tenía la beca debía empezar el curso.

Sinceramente, no era la primera vez que hacía algo así. Durante la época del instituto estuve en Edimburgo en casa de una familia mientras hacía un curso de inglés – ¡qué inglés que tienen en Escocia, por cierto! Gracias a ello me llevó a decidirme a buscar alojamiento en casa de una familia de Londres, y es que ir a una residencia no me hacía mucha gracia. El día antes de ir ya no lo veía tan claro.

Preparativos del viaje

Por cuestión del poco tiempo con el que tenía que tomar el vuelo tuve que optar por Ryanair ya que no encontraba plazas en otras compañías o los precios eran desorbitados. Aún así no fue un billete barato (unos 300€ ida y vuelta). Coger un vuelo de hoy para la próxima semana es lo que tiene. Aunque no estaba acostumbrado a esperar el embarque solo no se hizo muy pesado. Me llevé dos maletas, una con el portátil y otra con ropa para aguantar tres semanas. “Si llueve cuando llegue no se con qué mano llevaré el paraguas” – era lo único que pensaba en esos momentos.

Llegada a Londres

Por suerte al llegar hacía buen día. Menos mal, ya que la casa de la familia estaba bastante alejada del centro, concretamente a un rato caminando de la última parada de la línea azul (Walthamstow Central). En esta estación y para evitar perderme pregunté por la dirección. Lo primero que me dijo el hombre al que pregunté fue: “Spanish, right?”. ¡Ni que lo llevara escrito en la cara!

David y el parlamento de Londres

La casa de la familia

Si has viajado nunca en casa de una familia sabrás que es toda una aventura, y es que te puede tocar una familia encantadora o una que pase de todo. Hasta ahora no me puedo quejar de la suerte que he tenido; las dos familias me han tratado de maravilla. Al llegar a la casa me contaron todo como iba, la habitación, la ducha – como encender el agua caliente, muy importante -, me ofrecieron la Wi-Fi de la casa…

Además me dijeron que aparte de mí tenían tres personas más. Las agencias que organizan esto intentan que no coincida gente que hable el mismo idioma, así que en esta casa había dos chicas chinas y una rusa. La verdad es que nos veíamos muy poco (a la hora de la cena y poco más) pero ya te servía para intentar entender inglés con más de un acento, lo que creo que me fue muy bien.

Con Pauline, la dueña de la casa, hablé bastante más. Yo acostumbraba a pasar el día fuera y llegaba a las 18:00 o así – a punto de la hora de la cena – y mientras no cenábamos le contaba algo de mi vida y ella de la suya. Parece mentira pero con tres semanas llegas a conocer esta gente, sus costumbres y un poco de la cultura del país en el que estás viviendo. Esto es una de las cosas que en una residencia hubiera echado de menos.

Visitar Londres solo

La primera semana en Londres aproveché para pasear y ver toda la ciudad yo solo. La gente que había conocido en las clases de inglés llevaban mucho tiempo en Londres – la mayoría eran sudamericanos que pasaban en el extranjero un año para aprender idiomas – y ya tenían su grupo de amigos hecho. Creo que fue uno de los momentos que más he apretado el disparador de la cámara; volví con casi 3.000 fotos. Me di cuenta de que, cuando viajas solo, da la sensación de que el tiempo pasa mucho más lento. Esto me permitía hacer muchas cosas durante un día y terminar agotadísimo por la noche. A las 10 no había día que no estuviera durmiendo. Esto en parte también era debido a que tenía que levantarme a las 6:00 para llegar a clase a las 8:00.

Millenium bridge

Estatua de Peter Pan

Visitar Londres con compañía

Hace poco un viajero nos dijo una frase en la que tiene mucha razón: “Nunca viajas solo ya que si lo haces siempre acabas conociendo gente con quien compartir ese viaje.” La segunda semana empecé a hablar con un chico de clase y su compañero de casa. Era valenciano, así que el hecho de poder hablar en catalán con él hizo que conectáramos más. Nos recorrimos lo que me quedaba por ver de Londres y empezamos a repetir museos que nos habían gustado – parece mentira pero tres semanas dan para mucho.

Fran y Laura

Este viaje hizo que me conociera Londres de palmo a palmo y, gracias a ello, cuando volvimos con Laura hace un par de años no necesitamos ningún mapa para saber dónde teníamos que ir, ni qué transporte coger ni nada. La verdad es que tengo muy buen recuerdo de aquel viaje. La experiencia en la casa fue inmejorable, y el hecho de estar en una ciudad con gente que apenas conoces te hace salir de tu pequeño mundo y conocer cosas que, por ti mismo, no hubieras conocido.

Museo de historia natural de Londres