Donostia es una ciudad muy bonita, rodeada por el mar Cantábrico y por montañas. Esta topografía nos hizo sentir en una ciudad parecida a Barcelona donde tenemos el mar Mediterráneo y dos montañas: Montjuïc y el Tibidabo. Pero no nos desviemos del tema de la entrada, Donostia.
Como os decíamos, Donostia está rodeada por montañas, por tres para ser más exactos. El Monte Urgull, el Monte Igeldo y el Monte Ulia. De estas tres sólo subimos a las dos primeras, porque las teníamos más cerca y porque son más conocidas, al menos entre los turistas.
Monte Urgull
En un principio no teníamos pensado subir al Monte Urgull porque ya habíamos subido al Monte Igeldo, pero finalmente nos animamos. A diferencia del Monte Igeldo, al Monte Urgull hay que subir a pie ya que no hay ningún funicular que te suba hasta la cima. Hay tramos que para mí – Laura, que soy asmática – fueron todo un reto y que me animé a hacer con ventolín en mano. Por suerte, no lo necesité y llegué a la cima sin ningún problema.
Para subir hay varios caminos, pero como dicen, todos los caminos llevan a Roma o en este caso a la cima del Monte Urgull.
El camino hasta la cima del Monte Urgull
Aunque no conozcas nada de la historia de Donostia, mientras subes a esta montaña, puedes hacerte una idea de su pasado militar. Su situación, en pleno centro de la ciudad, y el hecho de ser un lugar elevado la convirtieron en el siglo XII en una fortaleza militar.
Sus murallas, junto con las que encontramos en el subsuelo del Boulevard, son los únicos testigos que quedan de los ataques, los asedios y del incendio que destruyó la ciudad en 1813.
Una vez arriba, este aire militar no desaparece ya que el Castillo de la Mota, con muchos cañones, denotan su papel clave en la defensa de la ciudad. Dentro del castillo, coronado con una estatua del Sagrado Corazón de más de 12 metros, encontramos la Casa de la Historia. Un museo que nos gustó mucho porque nos acercó al pasado de Donostia, ya que hace un recorrido desde los inicios de la ciudad hasta su consolidación.
Aparte de aprender mucho sobre la historia de Donostia, las vistas son impresionantes y el hecho de haber subido a pie hace que las aprecies más.
La sirena de Donostia
Cuando ya estábamos a punto de empezar a bajar el Monte Urgull comenzó a sonar una sirena estilo las que suenan en las películas cuando alertan a la gente de un bombardeo. No fuimos los únicos que nos extrañamos de este hecho: “¿qué es esto? ¿que está pasando? “. Creo que todos pusimos la misma cara menos los donostiarras y los que ya llevaban días en la ciudad. La sirena empezó a sonar hace muchos años para avisar a la gente que eran las 12 del mediodía y la tradición ha continuado hasta hoy en día.
El Monte Urgull fue una sorpresa para nosotros, ya que pensábamos que no tenía mucho y finalmente vimos que subir había sido buena decisión. El museo y las vistas de la ciudad son lo mejor de la visita. Si estáis en Donostia unos días, no podéis dejar escapar una visita a esta parte más desconocida de la ciudad.