Visitar Hondarribia no fue más que una improvisación en nuestro viaje a Donostia. La conocimos medio por error, ya que acabamos ahí para ir a buscar el autobús hacia el centro de Donostia. Lo poco que vimos nos despertó suficiente la curiosidad como para hacer una escapada fugaz antes de volver a Barcelona. Y lo mejor de todo es que nos encantó.

Hondarribia (Fuenterrabia para los castellanohablantes) es una ciudad de contrastes. Es la última ciudad del territorio español y todavía podemos apreciar la necesidad de defenderse de los franceses con Alde Zaharra, su casco antiguo fortificado. Murallas altas, castillos y calles de piedra. Por otro lado tenemos Portua, también conocido como el Barrio de la Marina o de los Pescadores. Un barrio de pescadores con olor a mar, donde las casas de carácter popular fueron pintadas de colores llamativos. Historias del pasado muy diferentes con una localización común.

Muralla del casco antiguo de Hondarribia

Barrio de la marina de Hondarribia

Frontera natural con Francia

En el momento de nuestra llegada en avión ya pudimos ver la ciudad y lo que la rodeaba. La desembocadura del río Bidasoa. Y es que hasta poco antes de tocar el suelo con las ruedas lo único que se veía por la ventanilla del avión era agua. Nos dio la sensación de estar aterrizando en medio del mar.

El río Bidasoa separa España de Francia y es que lo vemos desde la costa de Hondarribia, un pequeño pueblo llamado Hendaya, ya es territorio francés. Te da la sensación de que no es difícil ir de un país a otro cogiendo una barca de remos. Incluso nuestro móvil se sintió francés durante un rato y cambió de compañía telefónica. ¡Imaginaos que cerca está!

Hendaya visto desde Hondarribia

Alde Zaharra: casco antiguo de Hondarribia

El casco antiguo fue nuestra primera parada en esta hermosa ciudad. Al encontrarse tan cerca de la frontera Hondarribia debía estar bien protegida de ataques de los franceses. La muralla que encontramos nos dejó claro que no querían invitados inesperados. Y es que la altura de la misma impresiona incluso hoy en día.

Es un barrio en el que da gusto pasear, ya que cada rincón tiene su propio encanto. No penseis que es demasiado grande, ya que en cuestión de un par de horas, lo tendréis más que visto. Cabe destacar dentro del barrio, la Plaza de Armas donde podemos encontrar el punto de información turística de la ciudad. El castillo de Carlos V, ahora un hotel, fue reconstruido sobre un castillo medieval y complementa las casas que podemos ver en el otro lado de la plaza.

Plaza de Armas de Hondarribia

La plaza de Gipuzkoa fue un punto de parada para coger fuerzas. Habíamos oído que Hondarribia era una ciudad muy turística pero a nosotros nos dio la sensación de ser los únicos que la estábamos visitando. El silencio que había mientras hacíamos un café en la terraza de un restaurante nos hacía inconscientemente hablar bajo, no fuera que despertásemos a algún vecino.

Plaza Gipuzkoa de Hondarribia

Portua: Barrio de la Marina de Hondarribia

El Barrio de la Marina destaca por las casas tan características de los pescadores. En ciertos momentos nos sentimos transportados al pueblo de Marken, donde también los pescadores eran la mayoría de habitantes.

Habíamos leído que un buen lugar donde comer pinchos era el Restaurante Gran Sol. Restaurante que fue galardonado con el premio al mejor pincho esa misma semana. Podemos garantizar que fue una buena decisión y es que no tuvimos suficiente de comer pinchos en Donostia que aquí también nos pusimos las botas.

Barrio de la marina de Hondarribia

Chipirones con arroz negro en el bar Gran Sol de Hondarribia

La visita a Hondarribia se puede hacer en un solo día, incluso en medio si la ves de manera rápida. Os la recomendamos si viajáis desde el aeropuerto de San Sebastián que se encuentra a 5 minutos andando.